Ciudadano tu mente durante la cuarentena
Cuando Boris Johnson anunció una cuarentena en todo el Reino Unido, mi respuesta inmediata fue de miedo y temor. Muchas personas viven actualmente con miedo de contraer COVID-19, y es comprensible que así sea. Sin embargo, para algunos de nosotros, este virus puede presentar un mayor riesgo para nuestra salud mental que para nuestro bienestar físico.
Me encuentro en esta categoría. He luchado durante muchos años con la depresión recurrente y el TOC, y he aprendido que recuperarse y mantenerse bien requiere mucho esfuerzo y persistencia.
Para mí, también requiere regularidad; el cambio es mi enemigo. Un nuevo trabajo, una mayor carga de trabajo, mudarse de casa o cualquier otra cosa nueva y estresante puede desencadenar una recaída. Muchas de las cosas que me mantienen bien implican salir de la casa. Por ejemplo: ir a trabajar, participar en una comunidad de la iglesia, jugar con mis maravillosos sobrinos, socializar con amigos o simplemente acariciar a cada suave perro que conozco en el parque. La cuarentena ha puesto una pausa temporal en muchas de esas cosas, y ha vuelto a convocar mis viejos enemigos: el cambio y el aislamiento.
Permíteme ser claro: la cuarentena es una parte esencial de la lucha contra este virus, y es importante que cumplamos con estas restricciones. No me estoy quejando por la cuarentena: al contrario, estoy inmensamente agradecido por aquellos que todavía salen a trabajar en la “primera línea”. Sin embargo, esta crisis nos afecta a todos, y algunos lucharán con el impacto emocional más que otros. Por ejemplo, es posible que algunos de ustedes ya estén lidiando con una enfermedad mental y descubran que su tratamiento y apoyo se ha interrumpido o reducido debido a esta crisis.
Estos son tiempos difíciles, y mucho está fuera de nuestro control. Sin embargo, afortunadamente todavía hay algunas cosas que puedes hacer para cuidar tu salud mental o, si ya no está bien, ayudarte a recuperarse. Elegí siete cosas para comenzar.
1. Ten cuidado con lo que alimentas a tu mente
Alimentamos nuestras mentes al igual que alimentamos nuestros cuerpos. En este momento, ver las noticias de manera excesiva, y desplazarte constantemente por las redes sociales, es el equivalente psicológico de beber veneno: te enfermará.
Más específicamente, puede provocar ansiedad, desesperación, un aumento de los sentimientos de soledad, e incluso la desesperanza. Sí, puede ser que desees mantenerte al día con lo que está sucediendo en el mundo y mantenerte informado de las directrices siempre cambiantes: pero debes limitar la cantidad de tiempo que pasas haciendo esto. Establece una hora cada día para relacionarte con las noticias, limite ese tiempo a no más de 30 minutos, y luego apaga las noticias. A menos que vivas en una cueva sin contacto con el mundo exterior, otras personas te informarán de cualquier cosa importante que te hayas perdido.
2. Rutina, rutina, rutina
Plena revelación: yo odio la rutina. La rutina es aburrida. Quiero levantarme cuando me da la gana, quedarme despierto hasta la hora que yo quiera, y hacer mi trabajo a la hora que yo elija. Sin embargo, esto sería una idea muy mala. A veces las cosas que nos ayudan mentalmente son aburridas pero necesarias. La rutina es una de estas cosas.
Tu rutina diaria ha cambiado, así que crea una nueva que puedas seguir durante la cuarentena. Planifica un momento para levantarte por la mañana, un tiempo para completar las tareas que necesitas, un momento para hacer ejercicio, relajarte y conectarte con los demás, y un momento para acostarte. Entonces cumple con esta rutina. Acostarte a una hora razonable puede ser aburrido, pero es esencial. Tu cerebro necesita dormir, así que dale lo que necesita. Si te cuesta cumplir con los horarios, no te castigues, pero sí vuelve a intentarlo mañana. Eventualmente, adquirirás mejores hábitos.
3. Sal y haz ejercicio
Yo odio el ejercicio. Créeme, prefiero sentarme en el sofá mirando Netflix mientras devoro un huevo de chocolate relleno de crema. Sin embargo, la evidencia es irrefutable: el ejercicio cardiovascular regular mejora el bienestar mental. Libera endorfinas, aumenta la energía y mejora la autoestima.
El problema es que cuando estás deprimido o ansioso, las últimas cosas que te importan son correr o saltar en tu bicicleta. Si tu motivación ha desaparecido, comienza con pequeños pasos. Si conoces un lugar verde que te quede a poca distancia, entonces ¿por qué no desconectas, dejas tu teléfono en casa, escuchas a los pájaros y notas la sensación de respirar el aire fresco?
Incluso si prefieres hacer ejercicio dentro de tu casa, asegúrate todos los días de usar ese viaje permitido al aire libre. Puede ser que no lo disfrutes al momento de pasear, pero después sí o sí te sentirás mejor. Si te cuesta cumplir con esta salida, pídele a alguien que te envíe un mensaje de texto todos los días, para verificar si lo hayas hecho. E ignora tu cerebro cuando crea excusas para quedarte en casa por todo el día: realmente no te congelarás ni te derretirás bajo la lluvia: ¡por eso tienes un abrigo!
4. Pasa tiempo con Dios
Así como la salud física te impacta mentalmente, también te impacta mentalmente tu bienestar espiritual. No me malinterpretes: el bienestar mental no es el objetivo de pasar tiempo con Dios, sino es profundizar nuestra relación con él, ser transformados por el Espíritu y darle gloria a Dios.
Dicho esto, el tiempo con El Señor sí mejora el bienestar mental también. En este tiempo de crisis global, la única paz verdadera y duradera es la de Dios (Filipenses 4: 7). El consuelo y la esperanza real, sólo se encuentran en Él que ha conquistado la muerte y que da la vida eterna.
Hay tantas voces compitiendo por nuestra atención, incluso durante la cuarentena, entonces asegúrate de tomarte el tiempo cada día para escuchar la voz más importante de todas: depositando en Él toda ansiedad, porque Él realmente cuida de ti. (1 Pedro 5: 7).
5. Conéctate con otros
Las buenas relaciones son claves para la salud mental. Sin embargo, las enfermedades mentales pueden anular tu motivación para conectarte con otros. Cuando estoy deprimido, deseo desesperadamente retirarme de todos y de todo. Le agota a uno al estar cerca de otros, y socializar puede desencadenar pensamientos autocríticos como “soy tan aburrido”, “nadie me quiere aquí” y “soy una carga”.
Sin embargo, el aislamiento social empeora la depresión. Permíteme repetir eso: el aislamiento social empeora la depresión. En este momento, estamos físicamente distanciados el uno del otro, pero necesitamos mantenernos conectados socialmente. Entonces, descuelga tu teléfono y responde tus mensajes. Si vives con alguien, pasa tiempo con él. Responde sí a esa llamada de Zoom y conéctate con las personas que se preocupan por ti. Es posible que no desees hacerlo, pero lo necesitas, y cuanto más te fuerzas, más fácil y agradable se volverá la costumbre.
6. Desafía pensamientos inútiles
En este momento, tu mente puede predecir los peores escenarios o decirte mentiras sobre ti o sobre Dios. Por ejemplo, ‘mis seres queridos definitivamente morirán’, ‘soy tan inútil por no poder ayudar’, ‘Dios no debe ser amoroso ni debe tener el control’, ‘ciertamente reprobaré mis exámenes’ o ‘soy un fracaso por sentirme así’.
No confíes en todos tus pensamientos porque los pensamientos pueden mentir. Los pensamientos inútiles que pasan desapercibidos y sin respuesta pueden provocar ansiedad, desesperación, culpa inapropiada o ira mal dirigida.
Si estás luchando emocionalmente en este momento, toma nota de lo que estás pensando, escribe esos pensamientos y verifica si están de acuerdo con la realidad. Si te sientes ansioso, quizás escribe tus preocupaciones a medida que surjan, colócalas en un frasco y dale ese frasco a Dios en oración todos los días.
Si te cuesta desafiar los pensamientos negativos a solas, compártelos con alguien en quien confíes y escucha su perspectiva sobre ellos. Sin embargo, establece límites en torno a esto, de modo que no reflexiones sobre ellos todo el día. Lo más importante es orar, para que Dios guarde tu mente y te ayude a creer lo que es verdadero, y rechazar lo que es falso.
7. Pide ayuda cuando la necesites
Aquellos de nosotros que trabajamos, o estamos entrenando, en profesiones de cuidado somos notoriamente malos en buscar ayuda. Sin embargo, si estás luchando emocionalmente, esto es lo más valiente que puedes hacer. Habla con alguien de confianza, llama a tu médico o utiliza otros servicios de asistencia.
Sin embargo, tal vez ya lo hayas hecho, pero ahora parece que esa ayuda ha desaparecido con el distanciamiento social. Sé que las cosas son más difíciles, pero todavía hay personas con quienes puedes hablar. Tu médico o profesional de salud mental no ha desaparecido y realizará consultas telefónicas. Muchos terapeutas están ofreciendo sesiones de video en línea; siguen en marcha las líneas de crisis. Siguen abiertos los servicios de urgencias, y las personas que te han estado ayudando aún existen y aún se preocupan por ti.
Esta temporada pasará y se reanudará el apoyo cara a cara. Hasta entonces, aprovecha al máximo los recursos disponibles, y haz las cosas que puedes hacer tú, para ayudar a tu recuperación.
Escrito por Ashley Stewart. Ashley es una ex doctora del NHS y trabaja a tiempo parcial como terapeuta escolar, además de ser directora asociada de ministerios estudiantiles del CMF del Reino Unido. (CMF = Fraternidad Británica de Médicos Cristianos)
Publicado de nuevo con permiso de CMF UK Blogs.
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